López Obrador: corrupción y transa
Por: Gerardo Viloria Varela
9 de marzo de 2004
Firme, seguro de sí mismo, con su sonrisita sarcástica, el pasado 7 de octubre, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, afirmó ante diversos medios de comunicación: “Soy indestructible”.
El miércoles 4 del presente mes, a menos de un semestre de aquella desafortunada declaración, en el clímax de la corrupción exhibida en videos y que campea entre quienes -desde varios años- han sido sus más cercanos colaboradores: Gustavo Ponce, ex secretario de Finanzas del GDF, jugador empedernido de las Vegas y René Bejarano, su operador político, cuando se le preguntó acerca de ello, un nervioso jefe de gobierno, sólo atinó a responder: “Me quieren destruir”.
Queriendo distraer, olvidando su “honestidad valiente”, Andrés Manuel López Obrador, canceló lo que dijo el jueves 23 de octubre del año pasado, cuando en relación con el caso del Paraje San Juan enfatizó: “la gente está harta de la corrupción y de la transa, ahora sí que el pueblo se cansa de tanta pinche transa”.
Exhibido en un video, su ex secretario particular, operador político y ahora brazo derecho amputado, René Bejarano, hace saber al empresario argentino Carlos Ahumada, de quien recibió 45 mil dólares en efectivo, lo siguiente: “yo he hecho muchas cosas para Andrés (López Obrador) que no cualquiera trabajaría. En la plática con el dueño de la empresa Quart, Bejarano deja entrever que el jefe de gobierno conocía sobre sus negocios, ya que señala: “él supone que yo hago muchas cosas, digo, él, no sabe ni me pregunta, porque no tiene para qué….”
El político tabasqueño le apostó muy fuerte a la moral y ante este espectáculo deprimente de videos de corrupción, por mucho que quiera seguir insistiendo en la “honestidad valiente”, la “justa medianía juarista” y la “austeridad republicana”, para nadie es secreto que López Obrador ha construido su imagen a partir de lo que hoy sabemos ha sido demagogia y simulación, ya que entre otras cosas, los hechos hablan de un chofer con sueldo de consentido, de un secretario de Finanzas que se daba la vida de gran magnate y un ex secretario particular que antes de dejar el cargo recibió millones de pesos ilegalmente.
Independientemente de esto, muchos opinan que López Obrador no es honesto, porque la honestidad no significa tan sólo no aceptar obsequios, gratificaciones o sobornos; la honestidad, es aquella cualidad humana por la que la persona determina actuar siempre con base en la verdad y en la justicia.
La honestidad expresa respeto por uno mismo y por los demás, es toda una actitud ante la vida, es la aplicación irrefutable de los valores fundamentales, de los principios, que al sustentarse en convicciones profundas, le dan al político, tesis y banderas.
El jefe de Gobierno del Distrito Federal no es honesto porque recurre habitualmente a excusas, a través de ellas ha encontrado la forma mágica para eludir sus responsabilidades públicas.
De igual manera, no es honesto, porque en forma engañosa se presenta ante la opinión pública, dispuesto a la inmolación. Insiste que “se le dé por muerto”, lo cual puede suceder a causa de las corruptelas.
En este sentido, con el propósito de desviar la atención de este enésimo escándalo de corrupción que envuelve a sus colaboradores más allegados, el jefe de gobierno del Distrito Federal busca culpables y reparte culpas: acusó a “los pinoles”, al ex presidente Salinas, a los partidos políticos, a las mafias políticas y a los grupos de derecha de querer desprestigiarlo.
Hoy ha quedado claro que Carlos Ahumada hizo las filmaciones de René Bejarano cuando éste recibió los 45 mil dólares y que el contratista de origen argentino también filmó a quién era secretario de Finanzas, de López Obrador. Ahumada enfureció porque no le pagaban el monto de los contratos en términos y plazos señalados, por lo cual tuvo acercamientos con funcionarios del gobierno federal, a quienes ofreció las filmaciones a cambio de dinero e impunidad.
Pues bien, a pesar de esta insostenible situación, la reacción del jefe de la administración capitalina es paradigmática, insiste en tener su conciencia tranquila al renegar de sus corruptos colaboradores y decirse sorprendido por no saber nada sobre las acciones ilícitas de su ex secretario de Finanzas, Gustavo Ponce, a pesar de sus viajes continuos a las Vegas, ni de las grandes sumas de dinero que recibía su operador político, René Bejarano, muchos opinan que esto es penoso e ingenuo. Pero, además, ¿de esto no le enteraba el famoso “Nico” –su chofer- que gana 67 mil pesos mensuales por hacer trabajos de logística y espionaje?.
López Obrador quiere mantener su imagen de impoluto, cuando en realidad es co-responsable de esa corrupción porque sabía perfectamente quienes eran y porque fue advertido del riesgo de tenerlos cerca.
Una muestra contundente de que sabía, por ejemplo, quién era René Bejarano, la exhibió el diario La Jornada en su edición del 6 de febrero de 2001. En un artículo firmado por Marco Rascón, titulado “Bejarano”, dice entre otras cosas lo siguiente: “… Bejarano es el gran contralor y, aunque se sabe despreciado, se reconoce indispensable. Gracias e él, el jefe de Gobierno, puede dormir todas las noches tranquilo sabiendo que Bejarano todo lo sabe y todo lo resuelve a su manera. López Obrador tiene el privilegio de tener como su principal interlocutor social y vecinal a su empleado. Gracias a Bejarano tiene hoy posiciones, recursos, empleados y presupuestos….”
Este golpe a López Obrador es responsabilidad de él y no producto de una conspiración. Pone en evidencia la ausencia de controles adecuados, por parte del jefe de Gobierno sobre sus funcionarios y este vacío está relacionado con una voluntad inmoderada de monopolio político de la que ha dejado constancia el tabasqueño.
Ante la soberbia, arrogancia y prepotencia, al decir que la “transparencia soy yo”, al nombrarse “indestructible” y, además, creerse omnipotente y omnipresente, el 5 de noviembre del año pasado, en este mismo sitio escribimos que a López Obrador le podría pasar lo que al Titanic: justamente una semana después que se dijeron y sintieron “indestructibles”, se fueron a pique.
Fuente: https://imagenpoliticamx.wordpress.com/2004/03/09/lopez-obrador-corrupcion-y-transa/